Explotó una máquina en la bodega Salentein y 12 operarios podrían haber perdido la vida

El 16 de agosto, en El Portillo, ocurrió un hecho desconcertante para el turno noche en el que varios trabajadores resultaron heridos y «el establecimiento no ha dado respuestas al asunto, ni se ha ocupado», denuncia el personal.

La bodega Salentein cuenta con el trabajo activo de operarios que se dividen en tres turnos: mañana, tarde y noche. En el primero de estos, el de la mañana, se había dejado un equipo de termocontraíble en condiciones disímiles a las comunes, es decir, esta máquina que trabaja con aire caliente y es denominada «Panchera» por sus operarios, había sido manipulada de una forma diferente a la habitual, de manera que un caño por donde pasa el vapor no contaba con su válvula de corte por lo que terminó expulsando el mismo en directo.

De esta manera, al realizarse el relevo del turno noche, ningún operario dio cuenta de esta modificación y mucho menos lo hizo quien estaría encargado del mantenimiento o de dar aviso de las últimas prácticas a quienes siguen en los turnos correlativos. Así, al no conocerse la alteración del normal funcionamiento de la maquinaria, se cortó la salida de vapor, como normalmente se hace a las 21.45. Mientras que, aproximadamente a las 22, cuando el turno noche se retira del establecimiento, el personal recibe la noticia de que había explotado el equipo termocontraíble ocasionando múltiples daños, no solo en el recinto, sino en los trabajadores que allí se encontraban.

La máquina tuvo una falla que puede explicarse vagamente de la siguiente manera: Al haberse hecho una modificación en el normal funcionamiento durante el turno de la mañana, no dar aviso a los turnos siguientes y ser apagada por la noche, ocasionó la condensación del aire y la consecuente presión por acumulación de vapor hasta explotar.

Si hablamos de los daños materiales, podemos mencionar que el tablero y el motor de la máquina se desplazaron hasta quedar a unos 15 metros de la misma, que chapas de acero inoxidable de 12 kilos, como así también de lana de vidrio, fueron esparcidas por todo el lugar, que una cañería quedó incrustada en la capsuladora, justo el sitio en el que habitualmente se encuentra el maquinista para hacerla funcionar.

Asimismo, un panel de corriente se desprendió del techo bajo el cual los operarios trabajan y que al explotar el equipo hizo que la lana de vidrio quede pegada en las paredes. Lo mismo ocurrió con los pedazos de metal que fueron distribuidos por todos lados. «Nos asustamos mucho porque esto ocasionó daños en los oídos de 5 o 6 operarios. A uno de los muchachos se le ha desprendido la membrana del oído y no escucha bien, otro terminó con un hierro incrustado en la pierna y todos los demás con problemas auditivos», comentó uno de los trabajadores.

Para peor, además comentan que la empresa nunca llamó a la ART en el momento requerido, que nadie de la bodega les brindó una disculpa ni les hablaron para explicarles lo ocurrido y cómo continuarían las actividades en esas condiciones. «Nadie se hizo responsable, nadie nos reunió para explicarnos nada, ni lo ocurrido ni lo que iban a hacer en adelante. Nadie se hizo cargo, nunca tocaron el tema y para peor la ART no se ha presentado».

Uno de los trabajadores denunció la situación antes mencionada por la que pudieron comprobar que un perito asistió a la bodega para corroborar lo sucedido, pero aseguran que tampoco les dieron soluciones y creen que de no haberse hecho esta denuncia nadie se daría por aludido desde la empresa.

En el caso de este trabajador, afirman que fue atendido por una enfermera de la bodega y que a los demás dañados se les está propiciando solo corticoides para la inflamación de oídos. Los trabajadores hacen hincapié en la negligencia para el tratamiento del caso en todos los sentidos y además aseguran que han sido asesorados y dan por sentado que denunciarán el caso para que la justicia actúe, no solo por el daño ocasionado, sino por el temor generado. Afirman que el error que se ha cometido con ellos es merecedor de investigación para que se halle a los responsables y se hagan cargo.

Por otra parte, si bien aguardan respuestas están preocupados de que la medicación propiciada no sea la correcta y de que queden con algún tipo de secuela grave. En este sentido, explican que el médico oficial de la empresa solo los ha cambiado de sector «a otro con menos ruido», pero aún la ART “brilla por su ausencia”. A los afectados, hasta la fecha, los estuvo atendiendo una enfermera sin título para el ejercicio de la medicina, quien les ha proporcionado las pastillas y el médico solo los cambia de sector. Los operarios desconfían del tratamiento que están recibiendo y temen quedar con una discapacidad auditiva y sin encontrar respuestas ni responsabilidad para el tratamiento del caso.

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