Se inaugurarán dos importantes muestras en el Museo Fader
El miércoles 19, a las 19, quedarán inauguradas en el Museo Emiliano Guiñazú-Casa de Fader las exposiciones de los artistas Alejandro Chiapasco y Adolfo Bellocq.
Buscando poesía con los pinceles, una colección de acuarelas y esculturas de Alejandro Chiapasco, y El grabado y la literatura, una serie de xilografías de Adolfo Bellocq, serán las muestras que podrán visitarse en el Museo Emiliano Guiñazú-Casa de Fader, ubicado en San Martín 3651, Mayor Drummond, Luján de Cuyo.
En el marco del ciclo de muestras de la Colección Patrimonial, el Museo Provincial de Bellas Artes inaugura las exposiciones de estos grandes artistas plásticos, que busca ofrecer a mendocinos y turistas la posibilidad de apreciar recortes de la amplia colección de su propiedad. La colección cuenta con un acervo de aproximadamente 1.700 obras de distintos referentes de las artes visuales, de variada materialización y épocas históricas hasta alcanzar las expresiones contemporáneas.
Los horarios de visita son de miércoles a domingos y feriados, de 10 a 19, y las visitas guiadas, de 11 a 13 y de 15.30 a 18.30, con entrada libre y gratuita.
Alejandro Chiapasco
Nació en Turín, Italia, el 28 de noviembre de 1884, en una familia de artistas. Fue impulsado por sus padres en su vocación artística y al terminar la escuela primaria ingresó a la Real Academia Albertina de Turín, donde se especializó en escultura y pintura. Allí, estudió bajo la guía de célebres maestros como Bistolfi y Calandra, a la vez que participaba en grupos de jóvenes artistas que se iniciaban en la antigua tarea con aires renovadores.
A principios de siglo, viajó a Buenos Aires e intervino, como escultor, en la decoración del Teatro Colón junto al artista italiano Luis Trinchero. Directa y personal es la intervención del autor en la ornamentación del Salón Dorado del Teatro Colón, de estilo renacentista francés. Otras obras escultóricas que se pueden ver en Buenos Aires son el tímpano de la fachada de la iglesia de la Piedad y el trofeo Plus Ultra, donado por el diario La Nación a la Embajada de España, que rememora el cruce del Atlántico por esa nave. El monumento al Almirante Brown es el legado más importante del escultor a esa ciudad.
En pintura, Chiapasco probó diversas técnicas: óleo, pastel y acuarela. En esta última realiza una tarea que asombra por su belleza, por la diversidad de temas y especialmente por la gran cantidad de obras que pintó. Con un espíritu arrollador de infatigable inspiración, plasma en acuarelas el paisaje, la figura humana, las flores y las casas que sus ojos enamorados observan con deleitación. Chiapasco fue un reverente admirador de la creación que plasma con el pincel en la hoja, símil a la belleza exquisita de un poema.
En 1959, edita Buscando poesía con los pinceles, reproducciones de acuarelas y textos. Vivió en Mendoza a partir de 1960, después de alcanzar la jubilación por su labor docente en Buenos Aires. Junto a su esposa Victoria y a su hija María Elena, sus días transcurrieron en una fervorosa tarea de artista y también de lector y escritor. Murió en la Navidad de 1970. El museo recibió, de parte de su hija, la donación de cincuenta obras, 4 óleos, 2 esculturas y 44 acuarelas. Parte de esa colección conforma la muestra que se presenta.
Adolfo Bellocq
Las obras de Bellocq que serán expuestas son 25 xilografías y pertenecen a una serie que ilustró para la edición especial del Martín Fierro de 1930. Es un pintor de caballete, xilografías y docente argentino perteneciente al grupo Boedo.
Cuando la Asociación Amigos del Arte encargó a Adolfo Bellocq la realización de las ilustraciones para una edición del Martín Fierro de José Hernández, ya eran bien reconocidos sus antecedentes en materia de ilustración literaria. En 1927, había expuesto en esa Asociación –junto a un conjunto de sus aguafuertes y xilografías– sus imágenes realizadas para los textos Airampo, de Juan Carlos Dávalos; Historia de arrabal, de Manuel Gálvez, y Sueño de una noche de castillo, de Ángel de Estrada.
Para esos tiempos, Bellocq ya había iniciado su carrera como docente en establecimientos de enseñanza artística oficiales, dictando precisamente la materia Grabado y arte del libro. Desde allí difundió un enfoque que, vinculando al grabado con la ilustración literaria, enmarcó el discurso gráfico dentro del registro figurativo, de lectura comprensible y eminentemente monocromático.
La versión del Martín Fierro con la participación de Adolfo Bellocq es pródiga en material visual, con 120 imágenes, entre estampas centrales y viñetas de formato reducido. El conjunto de xilografías de Bellocq para la obra literaria fue expuesto en la Asociación Amigos del Arte en octubre de 1929. Ese mismo año, el artista recibió el Primer Premio de grabado en el XIX Salón Nacional.
La publicación del libro en 1930 tuvo una tirada especial de 300 ejemplares firmados a mano por el artista y otros dos mil de carácter masivo.
Se unen en esta muestra dos vertientes de las artes, la visual y las letras, en una enriquecedora retroalimentación entre la creación literaria de José Hernández y las expresiones artísticas de Bellocq, quien, inspirado por la poesía gauchesca, compuso y grabó en quebracho largo de fibra las ilustraciones, y en peral de cabeza, las viñetas e iniciales.